La anécdota la oí contar en la cabina del avión “ Beicon Cheese” a
un señor que se parecía mucho al Papa Urbano III. ¡Clavado!
Pero en realidad era probador de ataúdes en Logroño. No sé la
razón de que estuviesen allí con su esposa Débora Mela. Creo que la compañía les había dado un premio, pues ella había sido Cheerleader en uno de nuestros aeropuertos.La única Cheerleader de la compañía.
La historia fue la siguiente...
- Pues, nada, que me levanto tempranico y me encuentro que la
filisave no me funciona. Le doy al botoncito parriba y que si quieres
arroz, Catalina. Y me pongo a buscar en el armario típico que
tenemos todos, ése con tres compartimentos y tres espejos, a ver qué
encuentro. Porque yo no salgo sin afeitar nunca, que los muertos
siempre van afeitados.. Y buscando, buscando, me encuentro una
cuchilla de afeitar de aspecto improbable, descolorida y herrumbrosa..."
"Me echo agua caliente en la cara – no disponía de espuma de
afeitar – y…¡pimba!( ¡mecagüen la leche! ( grito)…que me
hago un corte de aupa. Sacó un trozo de algodón, lo empapo en
alcohol, me doy unos toquecitos en la herida, tiro el algodón al wc
y palante, a seguir afeitándome….¡ mierda de maquinillas!, ¡otro
corte! – “coño,ya,joder!” (grito)…agarro otro trozito de
algodón, lo empapo en alcohol, me doy unos toquecitos en la herida y
tiro el algodón al wc…a lo mío…"
"¡La madre que parió a Panete!, otro corte,¡y qué corte!, - “
¡¡¡MECAGÜEN HEIDI Y SU ABUELO, JODER YA!!!” (grito)…otro
trozito de algodón, lo empapo en alcohol, toquecitos sobre la herida
y al wc…llaman a la puerta..."
- Cariño, ¿sucede algo?- pregunta mi mujer extrañada por tanto
alboroto.
- No, amor, no sucede nada.
- Es que nunca te había visto decir tantas palabrotas
- ¡¡¡QUE NO ME PASA NADA, JODER, QUE NO ME PASA NADA!!!.
Sigo con lo mío…¡¡¡ COJOOOONES,OTRO CORTE!!!...algodoncito,
alcohol, toquecitos y al wc el algodoncito con la mancha de sangre.
Diez minutos más tarde tenía la cara como el culo de la gallina
Cocoguagua, el paquete de algodones gastado, afónico de echar
exabruptos y con mi mujer alarmada.
¡Pero me había afeitado!. Y ahora, como cada mañana, toca echar
el trullete matinal, costumbre diaria que siempre hago acompañado de
un cigarrito: nunca salgo de casa sin jiñar a gusto. En la línea
del refrán “De los gustos sin pecar, el mejor es el cagar”.
Y que me siento, y que saco el cigarrito, y que enciendo una
cerilla, que me acerco el cilindrín, y que abro las piernas y
que tiro la cerilla al w.c.…
¡¡¡ Y QUE SALE UNA LENGUA DE FUEGO QUE ME PETROLEA LOS BAJOS,
QUE ME LAME LOS TRESTÍCULOS, QUE ME QUEMA LOS PELOS DEL CULO…Y QUE
VEO A NAPOLEÓN EN MINIFALDA!!!.
Y pego un bote olímpico, con tan mala suerte, que está abierto
el ventano del lavabo – el típico ventano que está justo encima
de uno y que sirve para airear y tal – y me doy un guarrazo contra
la punta de madera ,de platino e iridiado del puto ventano. Mi cráneo
todo percute contra la estructura en punta y caigo al suelo
desvanecido y semi inconsciente. Mientras caigo al suelo, el servicio
de mi casa es más bien pequeño, me meto un meco con el lavabo donde
minutos antes me afeitaba. Doble bonus track, como si dijéramos.
Mi mujer, al oír el estruendo de mis 93 kilos y los dos PATAPÚM,
PATAPÚM, entra asustada y con cara de Naranjito viendo un anuncio de
Zumosol
Lo que vio fue tremendo…pero mejor que lo cuente ella, que yo
estaba muy lejos entonces”.
“Pues nada, que abro la puerta – claro, después de tanto
taco, de tanto grito…cosa muy de rara en él- y cuando escuchó la
pedazo de chufa que se dio, y lo veo allí, tirado en el suelo, con
la cara de que no era mi Paco, porque ése no era mi Paco, todo
ensangrentado, espachurrado, con las piernas abiertas, los
calzoncillos en los tobillos, los güevos negros, el ciruelito
chamuscado y con un chorro de sangre que le salía del cerebro…pues
me asusté. A ver quién no se asusta. Y llamé a Urgencias.
Llegaron dos camilleros muy majos y al verlo dijeron “ ¡coños,
que avería!”.
- Pero a usted, ¿qué le ha pasado? – le preguntan.
Y Paco, medio balbuceando, les cuenta la historia.
Como no cabía la camilla en el ascensor, pues bajaron los cinco
pisos a mi Paco por las escaleras. Pero tales risas se llevaban con
la historia que acaban de oír, tal cachondeo se tenían viendo el
careto de Paco, y escuchando sus gemidos, que en una de las curvas
del rellano se les cayó…¡¡¡Y SE ROMPIÓ TRES COSTILLAS!!!